-Padre, ¿por qué la gente ya no cree en Dios? –preguntó Pedro sorprendido.
-La gente sigue creyendo en un dios, lo que pasa que no es el que tú y yo conocemos –le respondió el sacerdote.
-No lo entiendo… –su amigo se quedó confuso.
-El hombre tiene un deseo de eternidad que solo puede llenarlo un amor infinito –prosiguió el padre Esteban-. Nos empeñamos en negar lo evidente buscando otros caminos, y lo único que descubrimos es que el vacío que nos invade no para de crecer y arrasar por donde pasa. Devasta corazones, familias, ciudades y naciones. Y es que cuando el hombre deja de creer en Dios, ya está listo para creer en cualquier cosa (incluso en el veneno que matará su alma).
-¿Y en qué cree ahora el hombre? –le interpeló Pedro.
-He aquí los 10 mandamientos que el hombre moderno le reza al dios YO:
- Te amarás a ti sobre todas las cosas, y al prójimo menos que a ti mismo.
- Nunca te tomarás el nombre de Dios demasiado en serio.
- Santificarás la fiesta de los jueves, viernes, sábado y lunes.
- Utilizarás a tu padre y a tu madre.
- Matarás –o interrumpirás voluntariamente el embarazo- a tu hijo, y matarás –o concederás una muerte digna- a tu abuelo. Si suponen una molestia para ti y no son deseados te desharás de ellos.
- Cometerás actos impuros con quién quieras y cómo quieras, siempre que sea de mutuo acuerdo.
- Intentarás ganar todo el dinero que puedas a costa de los demás. Recuerda, tu oficio es el beneficio.
- Harás lo que haga falta para cosechar el propio éxito. Pisarás a tu compañero y mentirás sobre él, también sobre la realidad si es necesario.
- Darás rienda suelta a tu imaginación y te dejarás llevar por tus pasiones, jamás vivirás reprimido.
- Codiciarás siempre más de lo que tienes, y nunca te parecerán suficientes todas las riquezas que puedas amasar.
-Si es que ya decía yo… ¡el mundo se ha vuelto loco! ¿Qué hacemos ante este desmadre? –le interrumpió Pedro angustiado.
-Tranquilo, Pedro, sonríe. La mejor respuesta es la oración, la fidelidad radical a los únicos 10 Mandamientos que pueden regir la vida del hombre –afirmó el P. Esteban con una sonrisa- y pedirlo insistentemente al Señor. No te preocupes, Dios no se ha olvidado de nosotros, sus hijos, ni un solo segundo. ¡Y deja de creerte que vas a ser tú quién arregle ahora todo este embrollo!.
A Pedro se le dibujo un gesto de felicidad en el semblante y se fue. Había vivido sin esperanza los últimos 40 años de su vida, la había puesto en sus fuerzas y había fracasado, y ahora, después de hablar con ese sacerdote santo, la había recuperado de golpe. Ahora entendía el significado de esas palabras que le había enseñado Teresa, una amiga del colegio: “Nada te turbe, nada te espante. ¡Solo Dios basta!”.
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Verdad de la buena!! Y nosotros, pobres miserables, hemos de dar a conocer la Verdad que emana de los 10 Mandamientos dados por Nuestro Creador. Con ello nos jugamos nuestra vida en la tierra y en la Eternidad. No tengamos ni miedo ni vergüenza y demos a conocer a Nuestro Señor Jesucristo!!
10- diana