Los medios están escandalizados, cientos de personas se reúnen en Madrid para manifestarse a favor de unos participantes de Gran Hermano VIP. Intelectualoides que se las dan de culturetas desprecian a los seguidores de un programa que ciertamente es execrable, un desecho más del vertedero en el que se ha convertido la televisión. Y criticar esto es muy fácil, ¿quién no iba a estar de acuerdo?.
Pero… ¿es GH el único agente “hipnotizador” de las masas aborregadas? ¿el indicativo fiel de una sociedad idiotizada?
¿Cuántas voces se levantan contra la fanática mamarrachada que inunda los medios y la vida institucional del todos y todas, miembros y miembras, médicos y médicas, ciudadanos y ciudadanas?
¿Cuántas voces se levantan contra la uniformización del pensamiento en los medios de comunicación sobre la ideología de género?
¿Cuántas voces gritan a los cuatro vientos en los medios de desinformación esas injusticias que claman al cielo y que en tantos países de Oriente Medio sufren los cristianos?
¿Cuántas voces critican la manipulación que envuelve a los Mass Media cuando se tratan temas relacionados con la Iglesia Católica?
¿Cuántas voces en la nueva era digital se atreven a ser libres para contar la verdad, sin temor a las grandes empresas y entidades financieras que controlan prácticamente toda la información y que les dan de comer con las sobras de sus jugosos pasteles?
¿Qué mérito tiene abominar pues de unos pocos cientos de ñus hambrientos del desierto que se manifiestan a favor de dos buitres de la televisión? Hasta el más acomplejado de los periodistas se atrevería a dar rienda suelta a su pluma con un tema así.
Pero no necesitamos a ese postureta que se las da de intelectual cultivado y luego en su casa mira Aída, se zampa los informativos de Tele 5 (puestos a suponer supongamos lo peor) y lee 50 sombras de Grey. Necesitamos a esos pocos valientes de verdad que se atreven, a costa de ser vomitados por la corrección política, a ir a contracorriente de todo el mundo y denunciar todas esas injusticias que infectan prácticamente la totalidad de la sociedad gracias a ese poder “hipnotizador” de los medios de comunicación en general. Pues parece que al final solo tenemos permiso para ser libres si comulgamos con lo que esa mayoría hipnotizada comulga, y toda libertad fuera de esa jaula invisible queda anulada y suprimida por esos mismos «adalides de la libertad».
Cómo cambiaría el mundo si algunos tuvieran el mismo arrojo en denunciar estas pequeñas muestras de estupidez humana que las cosas importantes de verdad, las que afectan al hombre y a toda su existencia. Y es que no solo Gran Hermano es una boñiga de vaca.
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